Lealtad, identidad y consumo en la industria musical
Sabemos que los últimos 15 años la industria musical ha cambiado.
Aquí hay tres puntos importantes que pueden resumirlos:
Aumento del acceso a los medios de producción.
Incremento del acceso a la información.
Democratización de los canales distribución.
Algunas cosas permanecen inamovibles para esta revolución digital. por ejemplo las regalías de distribución. La correcta distribución de los derechos de autor sigue siendo un dolor de cabeza constante para compositores, músicos y sellos discográficos a pesar de que la música se encuentra en redes donde prácticamente todo es rastreable, pero indudablemente entre la mayoría de los hábitos que han permanecido inalterados a lo largo de los últimos 15 años, los comportamientos y las emociones de las personas relacionadas con la música no han cambiado. Todavía amamos la música de la misma forma que siempre lo hemos hecho.
Funciones culturales de la música

Pero algo ha cambiado.
La música todavía mueve a multitudes de personas. Es claro que esta siendo escuchada ahora más que nunca Y Los artistas todavía tienen un montón de influencia. Sin embargo, esto no significa que la gente aún se relacione con la música de la misma manera que solían hacerlo.
Los musicólogos sugieren que su definición está directamente relacionada al contexto social y al funcionamiento de ciertos comportamientos en una cultura específica. En mi opinión, contexto y función, definen un elemento fundamental: La formación de nuestras preferencias musicales.
Los cambios en la forma que construimos nuestros gustos y preferencias son las cosas que deben ser analizadas para que podamos entender por qué hoy la música tiene una nueva función.
En sus comienzos, cuando todavía vivíamos en tribus, la música solía tener funciones espirituales. La variedad no existía, y tampoco la música como forma de entretenimiento. La música de la tribu era todo lo que había para escuchar y estaba directamente relacionada con la celebración de las creencias de la misma. En otras palabras, la música estaba atada a la religión. En este contexto, nos olvidamos sobre las preferencias musicales. La gente escuchaba lo que el Jefe decía.

Después de la segunda guerra mundial, empezamos a vivir en una sociedad donde por primera vez la oferta era superior a la demanda.
Y empezamos a consumir los productos no solo por su calidad sino también porque nos identificamos con ellos. Empezamos a usar el consumo como una manera de construir identidades individuales y colectivas.
La música para las nuevas generaciones no trata sobre reflejar sus personalidades únicas, sino el ser un reflejo de la actividad que están realizando. La música fue una vez una cuestión de lealtad e identidad. Hoy día es un bien consumido según el momento. Así que las preferencias musicales son mucho más flexibles y ya no son el reflejo de sus identidades.